Un informe de la ONU dice que afrontar el cambio climático requiere invertir en estrategias de bajo nivel de emisiones y alto crecimiento para los países en desarrollo
Comunicado de prensa ONU
GINEBRA, 1 DE SEPTIEMBRE—Mientras las negociaciones para un nuevo acuerdo global para
enfrentar el cambio climático entran en las etapas finales, en preparación para la Conferencia
sobre el Cambio Climático de Copenhague (Copenhagen Climate Change Conference) en
diciembre de este año, las Naciones Unidas publican hoy un informe que analiza las crecientes
exigencias a las que se enfrentan los países en desarrollo, a medida que las amenazas del
proceso de calentamiento global se añaden a los desafíos, ya de larga data, relacionados con el
desarrollo.
El informe, Estudio Económico y Social Mundial 2009: Promover el Desarrollo, Salvar el Planeta,
publicado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, considera que las
medidas ad hoc e incrementales tienen poco potencial, señalando en cambio el potencial de un
fuerte impulso en términos de inversión para cumplir tanto con la reducción de emisiones de gases
de efecto invernadero, como con el apoyo a las comunidades para afrontar el cambio climático, y
haciendo un llamado para que se formulen políticas verdaderamente integradas en respuesta a los
desafíos del desarrollo y el clima. No elude la descripción de la enorme cantidad de ajustes que
deberán acometer países de todos los niveles de desarrollo si se quiere lograr un avance; ni duda
en insistir en que los países desarrollados tendrán que aportar recursos y liderazgo a una escala
mucho mayor que la observada hasta el momento.
De acuerdo con el informe, la participación activa de todos los países para enfrentar el desafío
climático sólo se producirá si los países en desarrollo pueden mantener un rápido crecimiento
económico. Esto precisará que se satisfagan las crecientes necesidades de energía de los países
en desarrollo: se prevé que la capacidad de generar energía de los países en desarrollo duplicará
la de los países desarrollados en las próximas décadas. Para los negociadores del cambio
climático la pregunta que se plantea es cómo los países pobres pueden seguir una senda de
desarrollo de bajo nivel de emisiones y alto crecimiento.
Las tecnologías (desde edificios de bajo consumo energético, a nuevas variedades de cultivos
resistentes a la sequía y energías renovables más avanzadas) que permitirían a los países en
desarrollo trasladarse hacia un patrón de desarrollo sostenible existen en la actualidad. Pero con
frecuencia son prohibitivamente caras y, según dice el informe, tal transformación requeriría “un
nivel de apoyo internacional y solidaridad que raramente se ha visto fuera de un contexto de
tiempos de guerra”.
El informe cuestiona la idea de que el problema climático se pueda abordar simplemente mediante
recortes de emisiones generalizados de todos los países partiendo de sus niveles actuales, o
dependiendo exclusivamente de soluciones basadas en el mercado para generar las inversiones
necesarias.
Los países en desarrollo, según concluye el informe, están enfrentando “desafíos mucho más
difíciles que los que tendrán que enfrentar los países desarrollados, y en un entorno mucho más
restringido”. El crecimiento económico sigue siendo una prioridad para ellos, no sólo para reducir
la pobreza sino también para reducir gradualmente la enorme diferencia de ingresos con los países
ricos. “La idea de congelar el nivel actual de desigualdad mundial durante el próximo medio siglo o
más (mientras el mundo trata de resolver el problema climático) es inaceptable tanto desde el
punto de vista ético como económico y político”, indica el informe.
El Secretario general de la ONU Ban Ki-moon, escribiendo en el prefacio del informe, dice que el
Estudio “argumenta a favor de aunar el desafío climático y el desafío de desarrollo, reconociendo
los vínculos entre ambos y avanzando hacia una senda de bajo nivel de emisiones y alto
crecimiento. No existe un esquema único para lograr estos objetivos. El Estudio examina los
elementos constitutivos clave para evaluar las mejores opciones posibles disponibles para países
en diferentes niveles de desarrollo”.
La falta de coincidencia entre las palabras y los hechos
La carrera por mantener las temperaturas globales dentro de límites seguros se ha convertido en
una carrera contra el tiempo. De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el
Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change), es preciso que se recorten las
emisiones globales entre un 50 y un 80 por ciento para 2050, lo que equivale a una reducción de
los niveles de dióxido de carbono (CO2) de aproximadamente 40 gigatoneladas (Gt) por año (en la
actualidad) a 8-20 Gt.
Pero tal como el Estudio indica, el mayor conocimiento científico y la mayor concientización pública
no se han traducido en la formulación de políticas focalizadas de respuesta. Esto es
particularmente cierto en los países industrializados avanzados de hoy, cuyos dos siglos de
crecimiento alimentado por el carbono son el origen del calentamiento actual de la tierra. Desde
1950, los países desarrollados han contribuido con cerca de tres cuartas partes del aumento de las
emisiones globales, a pesar de contar con menos del 15 por ciento de la población mundial. El
fracaso de los países ricos a la hora de cumplir compromisos de apoyo internacional ya de larga
data para la reducción de la pobreza y el otorgamiento de transferencias adecuadas de recursos y
tecnología, sigue siendo el principal obstáculo para abordar el desafío del cambio climático,
argumenta el Estudio.
Diferentes economías, diferentes perspectivas energéticas
Es en los países en desarrollo en los que los efectos del cambio climático se sienten con mayor
fuerza y donde se anticipa que se producirán los mayores impactos: sequías más intensas en
algunas zonas y precipitaciones más intensas en otras ocasionarán estragos en los suministros de
agua y los recursos agrícolas mundiales. El derretimiento de los glaciares y la disminución del hielo
en las regiones polares están contribuyendo a elevar el nivel del mar, amenazando la existencia
misma de pequeñas naciones insulares y comunidades costeras, que no cuentan con los recursos
necesarios para adaptarse.
Las estimaciones mencionadas en el informe muestran que por cada incremento de 1 ºC en las
temperaturas medias globales, el crecimiento promedio anual en los países pobres podría
descender en 2-3 puntos porcentuales, sin que se produzca ningún cambio en el crecimiento
esperado en los países ricos. Al mismo tiempo, el informe indica que los países desarrollados
tienen emisiones per capita que todavía son en promedio de 6 a 7 veces superiores a las de los
países en desarrollo.
Uno de los aspectos que con mayor frecuencia se pasa por alto en el debate climático, según
argumenta el informe, es el hecho de que las necesidades energéticas de los países en desarrollo
son muy diferentes de las de los países desarrollados. Estos últimos cuentan con servicios
energéticos y de infraestructura adecuados, e incluso excesivos. La mayoría de los países en
desarrollo, en cambio, tienen dificultades para proporcionar incluso servicios energéticos básicos a
partir de infraestructuras inadecuadas. A nivel global, entre 1.600 y 2.000 millones de personas
carecen de acceso a electricidad, y se estima que conectar a esas personas a servicios de energía
costará alrededor de 25.000 millones por año a lo largo de los próximos 20 años.
Debido a estas marcadas diferencias, países ricos y pobres precisarán estrategias de mitigación
diferentes para abordar el cambio climático. Mientras un aumento del precio de los combustibles
fósiles, o cambios en el estilo de vida, podrían generar un mayor consumo de energía renovable en
los países desarrollados, mayores costos de los combustibles en los países en desarrollo harían
que cualquier servicio de energía moderno estuviese simplemente más allá de las posibilidades de
mucha más gente.
El costo de satisfacer las necesidades de los que “carecen de energía” es todavía pequeño, según
estima el informe, particularmente cuando se compara con los miles de millones comprometidos
por muchos gobiernos de países desarrollados para rescatar sus sectores financieros e industrias
automotrices. “En comparación, el costo de incorporar a 2.000 millones de personas a sistemas
modernos de servicio de energía parecería una auténtica ganga”, indica el informe, destacando
que la cantidad de ayuda al desarrollo que se gasta en energía en la actualidad es tan sólo
alrededor de 4.000 millones de dólares al año, cuando se requieren al menos diez mil millones.
Un gran impulso a la inversión para un futuro sostenible
El desafío de proporcionar a todo el mundo acceso a alguna clase de energía moderna es todavía
pequeño en comparación con el de satisfacer los pronunciados aumentos en la demanda de
energía de los países en desarrollo requeridos para estimular un crecimiento que reduzca la
brecha entre países ricos y países pobres y proporcionar servicios de energía a crecientes
comunidades urbanas.
Expandir servicios de energía más limpia para satisfacer esta mayor demanda es
tecnológicamente factible. Sin embargo, dicho cambio, argumenta el Estudio, no es ni inevitable ni
intrascendente. Reconociendo que tal cambio “implicaría ajustes socioeconómicos potencialmente
muy costosos y sin precedentes” en los países en desarrollo, el Estudio afirma que lograr tal
transformación depende de la creación de un “nuevo acuerdo global” capaz de elevar los niveles
de inversión y canalizar recursos hacia una reducción del contenido de carbono de la actividad
económica y el fortalecimiento de la capacidad de adaptación frente a cambios inevitables en el
clima.
Para que se materialicen las economías de escala y los beneficios del aprendizaje tecnológico, el
Estudio argumenta que se tendrán que llevar a cabo grandes inversiones por adelantado,
sobretodo por parte del sector público, en infraestructura para nuevas fuentes de energía y en la
investigación y el desarrollo complementarios necesarios para reducir costos. Pero estos
esfuerzos se verán entorpecidos por limitaciones en la capacidad para movilizar recursos
domésticos y el acceso limitado que muchos países en desarrollo tienen a los mercados
internacionales de capital, particularmente en los mercados de bonos. Para que el gasto en
inversión logre garantizar el desarrollo de sendas de crecimiento más limpias, se requerirá un
amplio respaldo internacional por medio de un programa de inversión global.
¿Cuánto costará tomar las actuaciones necesarias?
Las estimaciones existentes acerca de cuánta financiación adicional se necesita para atender los
aspectos de mitigación y adaptación del cambio climático varían ampliamente de acuerdo a una
serie de factores, incluyendo el rango establecido como meta de reducción de los gases de efecto
invernadero. Estas estimaciones pueden oscilar entre una cantidad tan pequeña como un 0,2 por
ciento hasta un 2 por ciento del Producto Mundial Bruto (World Gross Product, WGP), o entre
180.000 millones y 1,2 millones de millones de dólares, por año. Sin embargo, en la mayoría de las
proyecciones gran parte de este gasto no sería necesario hasta 2030. El informe pone en tela de
juicio esta creencia general, al sugerir que una parte significativa de las inversiones adicionales en
mitigación y adaptación debe realizarse más pronto que tarde, al ritmo de al menos un 1 por ciento
del WGP al año, entre 500.000 millones y 600.000 millones de dólares. De no pensarse en estos
términos más audaces se corre el riesgo real de que se sigan realizando inversiones más sucias,
que por su larga vida útil se convierten en trampas que impiden nuevas inversiones durante varias
décadas más. Además, al continuar produciendo como de costumbre, o al realizar sólo cambios
marginales, la pérdida permanente de WGP previsto podría ser alcanzar un 20 por ciento.
En cualquier caso, el Estudio dice que los montos de recursos provenientes de fuentes bilaterales y
multilaterales ya prometidos y que deberían estar disponibles para afrontar el cambio climático a
corto plazo son claramente inadecuados.
Se espera que más de la mitad de los costos incrementales de la reducción de gases de efecto
invernadero correspondan a los países en desarrollo, cuyas inversiones en energía a lo largo de
las próximas décadas se espera crezcan mucho más rápido que las de los países desarrollados.
En la actualidad se estima que aproximadamente 21.000 millones de dólares de fondos oficiales
para el desarrollo se dedican cada año a enfrentar el cambio climático, gran parte de ellos para
mitigación. El monto total de financiación climática que se requiere equivale a varias veces esa
cifra. Si la intención de la comunidad internacional es seria con respecto a un “nuevo acuerdo
global”, según sugiere el Estudio, debería ser igual de seria respecto a dedicar recursos al mismo
nivel que fue necesario para afrontar la crisis financiera y derrotar al extremismo político.
De acuerdo con el informe, la dificultad para alcanzar incluso los niveles actuales de ayuda para el
desarrollo sugiere que la financiación global para el cambio climático exigirá un esfuerzo mucho
más categórico por parte de los países avanzados, para brindar un liderazgo decidido en el
problema climático y fortalecer la cooperación internacional. Pero también requerirá un esfuerzo
por parte de los países en desarrollo, para movilizar una mayor cuota de sus recursos destinada a
inversiones más limpias a lo largo de una nueva senda de crecimiento sostenible.
El camino a seguir
Afrontar el desafío del cambio climático requiere diferentes enfoques en los países desarrollados y
en los países en desarrollo, según plantea el Estudio. Las soluciones de mercado, incluido el
desarrollo de un mercado de carbono, a través de un mecanismo de límites máximos y
comercialización de emisiones (“cap and trade”) o las estrategias tributarias en los países
desarrollados, no son la solución para los países en desarrollo. “Tal vez la perspectiva más
sensible e innovadora”, indica el informe, “es reconocer que el mercado de carbono seguirá
ampliándose, pero que el ritmo y la escala no serán suficientes para ayudar a los países en
desarrollo a romper las limitaciones financieras para avanzar en una senda de desarrollo baja en
emisiones”.
En su lugar, el Estudio dice que la mejor opción para los países en desarrollo debería ser una
combinación de inversiones a gran escala e intervenciones activas de política. Esto requeriría un
compromiso político sólido y sostenido por parte de los gobiernos de los países en desarrollo y, tan
crítico como este, un respaldo multilateral considerable y eficaz con respecto a la financiación y la
transferencia de tecnología.
El informe expone una serie de posibles medidas multilaterales en respaldo de un programa de
inversión global, incluido un fondo mundial de energía limpia, un régimen mundial de tarifas para la
compra y conexión a la red de energía como respaldo a las fuentes de energía renovables, un
programa de tecnología del clima y un régimen más equilibrado de propiedad intelectual para
ayudar en la transferencia de tecnologías limpias.
Junto con sólidas intervenciones de los gobiernos nacionales, éstas pueden brindar orientación al
sector privado, según indica el informe, elogiando a los países en desarrollo por iniciativas que se
han movido en esta dirección, como el programa de etanol de Brasil y el programa de energías
renovables de China. Una historia anterior de éxito mencionada fue la de la Autoridad del Valle de
Tennessee de los Estados Unidos, que ayudó a proporcionar la energía que transformó toda la
región después de la Segunda Guerra Mundial.
De acuerdo con el Estudio, la gran diferencia esta vez, “es que el nuevo acuerdo de inversión que
resulta necesario para abordar el desafío climático debe considerarse un proyecto verdaderamente
mundial”.
Hoy la ONU debate sobre Calentamiento Global.
Representantes de 150 paises, entre ellos 80 jefes de estado, debatirán hoy en la ONU sobre las medidas a abordar frente al calentamiento global. En principio se espera que esta reunión avance posiciones para la puesta al día del Protocolo de Kioto que se discutirá en la Conferencia sobre Cambio Climático que se celebrará del 3 al 14 de diciembre en Bali (Indonesia). El presidente español Zapatero presentará las propuestas aprobadas este verano por el ejecutivo español, tambien va preparado para excusarse por no haber avanzado más en la reducción de emisiones de nuestro país que con unas 10 Tm de CO2 anuales por habitante ha superado en un 50% aproximadamente las emisiones del 1990.
Estas emisiones superan de largo los compromisos adquiridos por España en el Protocolo de Kioto que permitían un incremento del 15%.
Zapatero se excusará diciendo que si bien España es la 8ª potencia económica mundial, nuestras emisiones percápita estan en el lugar 23º, mala excusa, ya que para intentar controlar el calentamiento global los propios paises industrializados reconocián en Viena a finales de agosto que es necesario reducir de aquí al año 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero entre el 25 y el 40 por ciento con respecto al nivel de 1990 y los cientificos afirman que para 2050 las emisiones percápita a escala mundial no debería sobrepasar la tonelada, es decir que en los años que quedan hasta esa fecha, en nuestro país y en los paises industrializados las emisiones deberán ser un 90% más bajas que las actuales.